lunes, 16 de enero de 2012

La tierra madre

El fútbol es de contextos, tanto dentro como fuera de la cancha. Fútbol no es solo fútbol. Para entender el fútbol africano, hay que entender África. En la cuna de la humanidad, el fútbol es algo diferente. Así como puede detener guerras -pan de cada día- desatan otras. Un día se juega y al otro, no. Un día se rie y al otro, no. Un día se vive y al otro, no. África es el conflicto constante. Un amargo e interminable espiral de lamentos. La mirada triste, más sin embargo, llena de esperanza. Una región que -al igual que Latinoamérica- hace muchos años le fueron bendados sus ojos y mutiladas sus piernas, y aun así, camina y sonríe como el niño que en una en una maraña de trapos que pasea entre pierna y pierna en los polvorientos barrios africanos ve sus ilusiones rodar.

En Guinea Ecuatorial y Gabón, dos de las tierras más prósperas del continente, se reune África. Sin el rey egipcio, cuatro son los aspirantes al cetro: Senegal, selección perdida desde aquel divertido equipo que sorprendió al mundo en Córea y Japón 2002, se presenta al evento con un arsenal ofensivo que roza lo ilegal. Niang, Camara, N'Doye y Cissé esperan su oportunidad ante los deslumbrantes Ba y Sow, grandes apariciones del fútbol internacional. Acompañados de la exhuberante velocidad y regate de Issair Dia, pueden hacer de los Leones de Teranga el equipo espectáculo de la competición. Ghana, afronta el reto con la base de jugadores que disputó el pasado Mundial con la sensible baja de Kevin-Prince Boateng y siendo un equipo menos escrupuloso que el de Milovan Rajevac. Annan, los Ayew y el eterno Gyan buscan hacerse con el esquivo trono. Costa de Marfil y su vasta experiencia buscan retirar con honores a un desafortunado internacionalmente, Didier Drogba. Bony su posible relevo, Yaya Touré y Gervinho, escudados por Cheick Tioté, los responsables. Finalmente, Marruecos busca ser el tapado del evento. Belhanda, Taarabt y Boussoufa, son tan desequilibrantes como intermitentes, de ellos depende hasta donde llegue la estrella verde.

No basta con verlos día a día en las competiciones europeas. Allí son hombres que despertaron de la niñez, son diferentes. En sus tierras, vuelven a ser niños. Desde el 21, África abre sus puertas para que apreciemos a aquellos infantes que con la mirada perdida soñaban con alcanzar la gloria y dignificar sus orígenes. Y qué mejor manera de hacerlo que en casa. La tierra madre, es la referencia. Siempre.


*Derechos de autor de la primera imagen

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