martes, 26 de julio de 2011

Despertó el León



El león estaba dormido. Hace 15 años que el félido de oriente no se hacía sentir con propiedad en su habitat, estaba expectante viendo como el gigante del continente se les acercaba en la corona por América y obtenía su pentacampeonato mundial. No era por capricho, simplemente esperaba su oportunidad.  Desde 1999 es un invitado habitual entre los cuatro mejores del sur, hoy por fin es el mejor. El pasado 24 de Julio, Uruguay se alzó la 43ava edición de la Copa América venciendo 3-0 a Paraguay en el Estadio Monumental de Buenos Aires. Sin embargo, este es solo el punto álgido del proceso llevado por Oscar Tabárez. Después del fracaso de Fossati por clasificar a Alemania 2006, el ex maestro escolar, asumiría el mando de la selección nacional de fútbol del país más pequeño de América. Llegó Sudáfrica y la relación de los charrúas con los mundiales era preocupante: desde 1970 no ganaban un partido en una Copa del Mundo, en el ’90 lo harían de nuevo con Tabárez al mando, aunque solamente llegaron a 8vos de final, 20 años después repetían la gesta de México ’70 con el Maestro de entrenador. El tiempo pone las cosas en su lugar. Fueron el mejor fuera del continente, era hora de serlo en casa.

Argentina y Brasil llegaban favoritos como siempre, Chile tenía una oportunidad de oro, Paraguay y Colombia eran los outsiders más interesantes. Nadie se acordaba de la Celeste, era el escenario perfecto. Tabárez empezó titubeando (como siempre). En el debut ante Perú, utilizó un 4-3-3 con Pérez y Lodeiro de interiores,  Forlán de enlace, Cavani tirado a la derecha y Suárez partiendo de la izquierda hacia el medio.  Se mostró el equipo bastante espeso en ataque y un poco endeble en defensa. Dado esto, el Maestro decidió hacer más natural y sólido emocionalmente al equipo. Álvaro Pereira por Lodeiro, Coates por Victorino y Álvaro González por Cavani. Con el Palito en la izquierda, el cierre defensivo ahora era con cinco hombres desplazando a Cáceres como tercer central, igualmente, el equipo ahora tenía una salida y profundidad natural en la banda izquierda. Gracias a que González estaba en la otra banda, Maxi Pereira pudo aprovechar su banda así como se poblaba la medular.  Por último, Coates en la zaga, fue un cambio no programado pero importantísimo que haría a la Celeste más fuerte.

En torneos tan cortos, es vital sacar ventaja de tus virtudes de alguna forma u otra (dentro del reglamento claro está), y la Celeste lo entendió. El poderío físico charrúa venía con un plus incluido que condicionaba y era el juego aéreo. Desde ahí partía su superioridad. Impenetrables y temibles a la vez por arriba, gracias al magnífico golpeo de Forlán a balón parado y la capacidad de sus jugadores para ganar los balones por aire. Frente a Argentina, cada balón parado era un suplicio para la defensa albiceleste, incluso por esa vía logro el primer gol del encuentro. De ahí la importancia de los 196 cm de la pareja de zaga de Lugano. Coates era un gran foco de atención-igual, si el balón llegaba a su órbita, era muy difícil ganarle-que le permitía a Lugano rematar usualmente en el primer palo o en el tumulto de jugadores, y viceversa, jugada bastante repetida y efectiva.

Finalmente, dada la adecuación del equipo por parte de Tabárez y la superioridad que obtenían en el juego aéreo, solo nos queda Diego Forlán. En una tierra donde la nulidad técnica no es primordial como si lo es la entrega, Cachabacha es una bocanada de aire fresco. Esta no fue su Uruguay, como lo fue en Sudáfrica, esta es más del Maestro, más sencilla y menos vistosa, pero Forlán sigue siendo el mismo. En la pasada Copa América, fue el director de orquesta. Manejaba las transiciones a su antojo, orientaba a su equipo tanto emocional como futbolísticamente, la estrategia reposaba en él y le cedió el protagonismo del gol a Suárez. El epíteto del segundo delantero. Uruguay durante la fase final nacía en Forlán y moría en Suárez. En la final fue al revés y gracias a eso vimos al mejor Uruguay. El jugador con más apariciones internacionales y goleador histórico de la Celeste. Es inevitable que supere a Scarone por el puesto único, por eso y mucho más, Diego es historia viva de la Celeste.

Un equipo sencillo pero competitivo, atrayente pero poco bello; guiado por un entrenador fiel a la corriente de los ajustes tácticos básicos y necesarios, la naturalidad del juego así como el liderazgo emocional de sus jugadores y privilegiado de tener jugadores emotivos y solidarios, abre un nuevo debate: el de lo simple. Si la simplicidad no va acompañada del factor estético, suele ser confundida con la mediocridad, pero en lo simple también hay algo tan bello como cualquier otra cosa denominado 'grandeza' y Uruguay destila grandeza.


*Derechos de autor de la imágen

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